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Este parque urbano, con una extensión aproximada de 95 hectáreas, conforma un entorno propicio para el desarrollo de una flora y fauna peculiar y para el esparcimiento de los habitantes del lugar. El Parque de Cristina Enea, cuyos jardines fueron proyectados en parte por Pierre Ducasse, sirve de nexo de unión entre varios barrios de la ciudad como son Egia, Riberas de Loiola y Amara.
Este parque debe su nombre a la esposa del Duque de Mandas, dueño inicial del entorno hasta su donación a Donostia – San Sebastián. Está surcado por distintos viales que emplean los habitantes de la ciudad en su tránsito entre barrios. Una colina corona la parte superior del parque de Cristina Enea, lugar donde se observa un edificio que, actualmente, acoge la sede del centro medioambiental de Cristina Enea. Esta entidad organiza eventos, exposiciones y otras actividades relacionados con el Medio Ambiente. En las proximidades de este edificio se localiza un estanque donde los niños disfrutan del juego de los patos. Otros animales habitan en este parque como, por ejemplo, pavos reales, individuos del sapo partero común, una especie de escarabajo denominado ciervo volante y otra especie de pájaro carpintero.
Pero, el Parque de Cristina Enea también es rico en especies vegetales de belleza indiscutible. De esta manera, en las proximidades al estanque se puede disfrutar de un cedro del Líbano, árbol que queda rodeado de narcisos cuando éstos florecen. Otras especies arbóreas, acompañadas de arbustos y flores, se esparcen a largo de la superficie que ocupa este parque. Entre ellas se encuentran especímenes de especial singularidad como la Secuoya (Sequoia sempervirens) y el Ginkgo biloba.
Por tanto, los visitantes que se acerquen a Donostia – San Sebastián no pueden dejar de pasear por los parques que componen esta ciudad, entre ellos el de Cristina Enea. Seguro que disfrutarán recorriéndolos y admirando su belleza.
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