El paisaje, como actividad, suele asociarse con la idea de una actividad amigable con el ambiente y, especialmente, el proyecto de jardín vertical, por sus aportes en la ciudad. Sin embargo, es frecuente que la aplicación de algunos criterios implique impacto negativo sobre el medio.
Esto ocurre con el mantenimiento, por ejemplo por la aplicación de insecticidas, fertilizantes químicos u otros agrotóxicos. También con el cultivo de plantas inadecuadas, como ejemplo frecuente, ya que requieren agua, insumos o energía para mantenerlas, o se vuelven invasoras, si se escapan y se establecen sin la mano del cultivo.
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Lineamientos de sustentabilidad, imprescindibles en un proyecto de jardín vertical
Buscar lineamientos de sustentabilidad puede dar respuesta a un proyecto de jardines verticales y manejo del paisaje menos impactante. Este, además, debe sumar algunos rasgos de mayor diálogo con el medio. El cultivo de vegetación nativa, el respeto por entorno, agua, entre otros, generará procesos y resultados más compatibles, austeros y que jerarquicen las virtudes de la naturaleza local del emplazamiento del jardín vertical.
Asimismo, aplicar un índice puede asegurar el impacto negativo mínimo o nulo y comunicarlo a terceros, ya sean usuarios, clientes de otros proyectos, colegas, organizaciones no gubernamentales o del estado, ayudará a difundir los criterios de sustentabilidad y jerarquizar el diseño e intervención.
Una mirada socioambiental
Probablemente, lo más destacado de utilizar un espectro amplio de variables a considerar, se vincule con incorporar una mirada socioambiental, donde las personas afectadas actual o potencialmente cobren una voz a partir del recorrido de planificación de la propuesta.
Sin embargo, y en relación a un proyecto de jardín vertical, otros aspectos cobran relevancia, como el cultivo de ciertas especies, el disminuir insumos y agua y utilizar materiales degradables para reducir residuos y contaminación.
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Índice sustentable para proyectos de jardinería vertical
Presentamos a continuación un índice que permitiría, por lo pronto, aspectos varios, pero además contar con una cifra que nos sirva para evaluar la evolución de la gestión y comparar proyectos de jardines verticales entre sí. La forma más simple es sumar cada aspecto, como sigue:
SUSTENTABILIDAD = 1+2+3+4+5+6+7+8+9+10
Donde cada variable se plantea a partir de:
- Uso de especies nativas: especialmente de las ecorregiones del área de intervención. Este criterio incluye proponer diversidad de especies (arbustivas, trepadoras, herbáceas, epífitas) y de mantenimiento mínimo.
- Alternativas a especies invasoras: otro criterio aspecto clave en cuanto a vegetación es, a su vez, evitar el cultivo de plantas de otros orígenes. Principalmente todas aquellas de comportamiento invasor.
- Manejo amigable con el suelo: en relación a conservación de los sitios de origen de los sustratos utilizados en el proyecto de jardín vertical u otros casos.
- Ahorro de agua de riego: ahorro de agua, a partir del uso de plantas nativas adaptadas a las lluvias locales y/o xerófilas de otras regiones.
- Captación de agua: como aporte frente a lluvias torrenciales y además, para fomentar filtro y reciclado de agua de lluvia para riego o lavado.
- Huella en el transporte de materiales: evit6. ar todos los materiales cuyo origen implique acarreo de sitios lejanos o muy lejanos, por el impacto de emisiones y producción de combustible fósil, generación de partículas de rodado, ocupación de rutas y caminos con vehículos de gran porte, entre otros aspectos.
- Alternativas al uso de agroquímicos: al evitar aplicar cualquier producto ya sea insecticidas o funguicidas, pero también herbicidas o fertilizantes químicos.
- Residuos: de manera que se evite generar residuos excesivos, especialmente no degradables, contaminantes o de impacto negativo significativo (vidrios, plásticos y otros derivados del petróleo). También se sugiere se recicle todo el material posible y se destine en composteros el volumen de origen orgánico. Esto permitirá generar sustrato y, con estas medidas, se disminuye el acarreo y disposición en rellenos, de la basura de la obra y mantenimiento (cortes de césped, podas, hojarasca, envases, entre otros).
- Pueblos originarios, pobladores locales y visitantes: considerar las costumbres, percepción y valores de las personas que habitan y utilizan el espacio a planificar es parte de sumar sustentabilidad y evitar impactos negativos.
- Visuales, valores escénicos e identidad del entorno: los rasgos de perspectivas, puntos focales, sitios de aporte panorámico, cuencas visuales, recorridos de interés estético y visuales del espacio en el concierto de su entorno, amplían la aplicación de criterios amigables con el medio.
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Una conclusión paisajista
Simultáneamente, considerar estas variables suma respeto por la dimensión intangible e integra aspectos de patrimonio local y regional. Del mismo modo, puede construirse una escala para cada indicador, partiendo de cuánto se cumplen los aspectos planteados a medir (nada, poco, mucho).
Lo que nos proponemos con este índice es difundir una manera ágil de evaluar nuestras intervenciones en el espacio para que no resten naturalidad. A su vez, estas aporten ahorro y sumen valores adicionales al diseño y su manejo.
Gabriel Burgueño
Docente de Paisajismo Digital.
Doctor de la Universidad de Buenos Aires, Área Urbanismo. Licenciado en Planificación y Diseño del Paisaje. Técnico en Jardinería.
Docente e investigador de universidades públicas y privadas.
Asesor de municipios, ámbitos gubernamentales y organizaciones no gubernamentales.
Planificador de espacios verdes de varias escalas.
Escribe libros y artículos en medios especializados. su último libro es PLANTAS NATIVAS RIOPLATENSES PARA EL DISEÑO DE ESPACIOS VERDES. Introducción al Paisaje Natural Parte II. 2019. Ed. Orientación Gráfica. Burgueño-Nardini.