De gran interés en floricultura como planta cortada, cada vez es más empleada y en jardinería para realizar composiciones florales en macizos o para delimitar estructuras de las áreas verdes proyectadas.
El gladiolo (Gladiolus spp.) florece en verano y otoño, cuando los días van adquiriendo más horas de luz. Pero, en áreas de climas templados se puede disfrutar de su flor durante todo el año.
A la hora de plantar este vegetal, es interesante conocer que deben disponerse a pleno sol, ya que precisan de una gran luminosidad para su crecimiento.
Además, el gladiolo, cuya altura varía entre los 60 cm y los 180 cm, precisa de una serie de requerimientos indispensable para adquirir su máximo esplendor. Así pues, será necesario que pueda obtener calcio, magnesio, hierro, potasio, fósforo y nitrógeno para desarrollarse adecuadamente.
Por otra parte, esta planta precisará una temperatura adecuada para su correcto crecimiento. Ésta oscilará entre los 10 ºC y los 15ºC durante la noche y los 20ºC y los 25ºC durante el día. También precisa una humedad comprendida entre el 60% y el 70%.
Así mismo, aunque es capaz de asentarse prácticamente en cualquier tipo de suelos, el gladiolo prefiere terrenos arenosos a los que será necesario aportar abono o de terrenos arcillosos en los que el agua no quede retenida.
A la hora de establecer pautas de abono, se tendrá en cuenta que cuando el gladiolo alcance los 15 cm de altura, será importante añadir compost cada 3 semanas aproximadamente.
El gladiolo es sensible a determinadas plagas y enfermedades causadas, por ejemplo, por trips (Taeniothrips simples), ciertos pulgones como los áfidos o a la fusairosis (Fusarium oxysporum f.sp. gladioli), la estromatiniosis (Stromatinia gladioli) o la botritis (Botrytis glandiolorum), entre otras.
Aún así, tomando una serie de pautas de cuidado adecuadas se puede disponer de plantas de gladiolo sanas y bellas de las que disfrutar en nuestras viviendas o jardines.
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