Una de las principales características de la hiedra común (Hedera helix) es que se desarrolla espontáneamente en el terreno donde se asienta. La hiedra común pertenece al género Hedera, incluido en la familia Araliaceae que, a su vez, se clasifica dentro de la clase Magnoliopsida del orden Apiales. Las plantas de Hedera helix pueden alcanzar un tamaño máximo de hasta 30 metros de altura. Sus hojas son de color verde oscuro, poseen una forma triangular y son palmeadas ya que se dividen en lóbulos (de 3 a 5). Con el tiempo, han surgido numerosas variedades de cultivo, debido al trabajo de viveristas que han procedido a la multiplicación de la hiedra de manera vegetativa (por ejemplo utilizando esquejes). Por ello, es frecuente encontrar hiedras con hojas de tonalidades blancas, amarillas o doradas. La hiedra es una planta fácil de cultivar, por lo que se ve con frecuencia en balcones, jardines y terrazas. Estos vegetales precisan, para su desarrollo, asentarse en suelos con abundante materia orgánica. Además, el terreno debe estar bien drenado aunque también debe ser capaz de retener, en cierta medida, la humedad. A pesar de localizarse en zonas en penumbra, precisan calor para su crecimiento. Así mismo, sienten afinidad por suelos que sean débilmente ácidos (pH 4,5 – 7,5). Además, éstos no suelen estar muy fertilizados. La hiedra posee unas raíces adventicias características que le permiten fijarse a muros y paredes, donde permanece adherida durante años. Esta es la razón por la que a la hiedra se incluye dentro de las plantas trepadoras. Así mismo, la hiedra se considera una planta tapizante, debido a que puede extenderse fácilmente en el suelo en el que se asienta. Así pues, coloniza extensiones grandes de terrenos situadas, por ejemplo, debajo de la copa de los árboles o taludes. Estas plantas son apreciadas en jardinería para el ornamento de balcones o terrazas ya que forman alfombras naturales de un verde intenso. En resumidas cuentas, la hiedra otorga un ambiente vivo y misterioso al entorno en los que se localiza, ofreciendo al observador un espectáculo sin igual.
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La HIEDRA forma tapices de verdes tonalidades
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